Potenciar la alegría de vivir

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Se puede considerar semejante al entusiasmo. La alegría es la gasolina que mueve el motor, es la fuente de energía que nos permite llevar a cabo nuestros proyectos. En la constelación de la alegría giran el amor, la esperanza, la confianza, la felicidad, la gratitud,…

La persona alegre valora y sabe apreciar las cosas, y para que eso ocurra debe darse cuenta de las cosas maravillosas de la vida.

No obstante lo habitual es encontrarse obstáculos a esta emoción, como el enfocar demasiado la mirada en lo negativo, la dispersión de la atención o la saturación de objetos o emociones. La alegría pide sobriedad, atención y dejar fluir.

El mal humor es la pérdida de control de las emociones. A veces se mezcla el cansancio con la irritación, se crea descontento, dejando las personas de ser amables consigo mismas y los demás.

Disfrutar el presente

En esta vida moderna, estamos generalmente trabajando, estudiando, haciendo cosas para conseguir llegar a algún sitio.. Parece que lo más importante ocurrirá en el futuro, de modo que rara vez vivimos en el presente.

Saber disfrutar de lo bueno de la vida es uno de los principales ingredientes de la felicidad. Mucha gente solo entiende lo que es realmente disfrutar, después de superar síntomas dolorosos, después de un buen susto, o de toparse con la mortalidad.

Podemos considerar que disfrutar tiene un componente pasado, presente y futuro. Se disfruta del pasado rememorando momentos especiales. Se disfruta del presente viviendo de verdad el momento, saboreándolo y siendo consciente. Se disfruta del futuro cuando lo esperas y lo imaginas positivamente (esto es un componente del pensamiento optimista).

Los investigadores definen disfrute como los pensamientos o comportamientos capaces de generar, intensificar y prolongar el placer. Cuando te detienes a oler las rosas en el camino, y tomas conciencia de ello, estas disfrutando.

Según la investigación, las personas que tienden a disfrutar tienen más confianza en sí mismas y están más satisfechas.

¿Es posible desarrollar nuestra capacidad de disfrute?

Sí, dedicando esfuerzo y estando motivados a ello. A veces nuestra atención se llena de pensamientos molestos y persistentes sobre el pasado,  presente o futuro. Por otro lado el llamado proceso de adaptación hedonista hace que obtengamos cada vez menos placer al habituarnos a un estimulo agradable. Necesitamos cultivar esta capacidad de disfrute.

Estrategias para cultivar la alegría o disfrute

  • Saborea las experiencias gratas habituales. Toma más conciencia  cuando ocurren los placeres cotidianos y aprovéchalos al máximo.
  • Disfruta y rememora con familiares y amigos. Suele ser más fácil disfrutar compartiendo una experiencia positiva con otra persona. Dedica un tiempo a esta actividad. Está demostrado que incrementa muchas emociones positivas.
  • La reminiscencia positiva es evocar recuerdos positivos y recrearse en los detalles. Es una actividad que aumenta el bienestar produciendo placer por si misma y ayuda a disfrutar más del presente. Además tiende a fortalecer tu sentido de identidad, incrementar la autoestima, tomar conciencia de uno mismo y apreciarse más.
  • Revive los días felices.  Se trata de recrearse con detalles en los acontecimientos de un día muy feliz. No se trata de un análisis mental, sino de revivir sensaciones y deleitarse en ello.
  • Celebra las buenas noticias. Se ha comprobado que compartir éxitos con los demás trae más bienestar y emociones agradables. Felicita a los demás o a ti mismo. Y disfruta de la ocasión al máximo.
  • Permanece abierto a lo bello y a lo admirable. Intenta sentir veneración y respeto. Ello aporta más alegría, sentido y conexión.
  • Desarrolla la consciencia. Las personas muy conscientes del aquí y ahora son modelos de salud mental, tienden a ser más felices y optimistas y a estar más satisfechos con la vida. La práctica de la consciencia corporal, de la respiración, y la meditación son técnicas para desarrollar la conciencia.
  • Disfruta con los sentidos. Presta atención y recréate con los placeres momentáneos y momentos mágicos (un olor, un sabor, un sonido, una vista, etc.)
  • Crea un álbum de recuerdos gratificantes, con fotos de personas, lugares o cosas que más te gustan. Puedes incluir otros elementos significativos, una carta de amor, una receta favorita, el dibujo de un niño, etc. Es una buena estrategia para saborear recuerdos. Además va muy bien revisar el álbum cuando uno necesita animarse.
  • Recréate en recuerdos de antaño, los que hacen sentir el calor del pasado, y generan sentimientos positivos.

Para profundizar: La ciencia de la felicidad, de Sonia Lyubomirsky

¿Que tipos de inercia mental solemos experimentar?

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Aunque nuestra mente puede ser una herramienta maravillosa para lograr metas y solucionar problemas,  en su funcionamiento habitual suele manifestar diversas inercias, algunas de las cuales son dañinas.

Vamos a revisar ahora una serie de tipos habituales de inercia mental  o tendencias que nos producen sufrimiento, y cómo la meditación tiende a neutralizar estos efectos.

Escaparse del presente, distraerse

Sólo el momento presente contiene la vida (T.N. Hahn)

En  un momento dado quizá nos preocupemos por un futuro incierto, inmersos en fantasías de miedo y esperanza. En otro momento quizá nos obsesionamos con el pasado doloroso  y nos abruma  la culpa, la rabia, o la confusión. O bien aburridos por la rutina nos perdemos en ensoñaciones.

Parece que tenemos poco control sobre esta fábrica de pensamientos que es la mente, y que a menudo nos arrastra lejos del presente.

Cuando meditamos practicamos el traer la mente una y otra vez al momento presente.  Observamos los pensamientos aprendiendo a que no sean ellos los que nos dirijan y los soltamos para poner la atención en el objeto de la práctica. Esto es un ejercicio de autocontrol que va mejorando la concentración en el aquí y ahora.

 

Impaciencia

Adopte el ritmo de la naturaleza; su secreto es la paciencia. (R.W. Emerson)

Nuestra sociedad actual de cambios acelerados y búsqueda de resultados rápidos no fomenta una actitud paciente y tranquila. Nos aburre la rutina y el tiempo neutro sin intensidad emocional. Caemos en el desasosiego  y la frustración al no aceptar el ritmo natural de la vida.

Meditar implica cultivar la paciencia amorosa, una actitud para generar confianza y tranquilidad. Volvemos a retomar una y otra vez la atención observando y soltando la posible inquietud que aparezca.

 

Apego y aversión.

Tenemos tendencia a aferrarnos a las experiencias agradables y a rechazar las molestas. La mente entra en una dinámica de gusto y disgusto, de apegos y  aversiones, y dado que la vida es cambio continuo esto nos produce sufrimiento.

La meditación va cultivando una mente más ecuánime, que no hace distinciones; se va consiguiendo no reaccionar de forma automática, poner distancia de lo que nos sucede. No es indiferencia sino observación tranquila de nuestra realidad  cambiante para llegar a aceptarla.

 

Resistencia a lo que hay.

“A lo que te resistes, persiste” ( C. Jung)

Es común observar la tendencia humana a oponerse a los cambios, sobre todo a los que traen dolor o incomodidad. Pero los cambios son inevitables. Las pérdidas, la enfermedad y la muerte son partes de la vida. Resistirnos a la realidad dolorosa añade una capa adicional de sufrimiento. A veces la dificultad para aceptar la realidad está en nuestros rígidos esquemas de cómo deberían ser las cosas.

Por medio de la meditación se puede aprender a fluir con la vida, a soltar antiguos esquemas, a desarrollar una mente más abierta, flexible y receptiva.  Al meditar se practica la aceptación de lo que es, dejamos de luchar contra lo que nos molesta o no encaja para ser capaces verdaderamente  de transformar todo eso. Se aprende a observar y relajarse en el dolor, lo cual lo va a hacer más soportable.

 

Juicios, comparaciones y  autocríticas

Observar sin evaluar constituye la forma suprema de inteligencia humana .

(J.  Krishnamurti)

La tendencia a juzgar lo que hacemos nosotros y otras personas,  nos causa frustración y malestar. Esta tendencia se origina en un conjunto de creencias negativas arraigadas profundamente. Al juzgar simplificamos la realidad y ello conduce a que nuestra percepción sea limitada. Cuando ponemos etiquetas cerramos puertas a la posibilidad de cambio y se suelen generar emociones negativas que nos dañan.

Al practicar la meditación se aprende a observar esta inercia de juzgar, aprendemos a soltar juicios y aceptar la realidad como es. Incorporamos una actitud compasiva, empezando por nosotros mismos.

 

Cavilación constante y desbordamiento emocional

Mi vida ha estado llena de desgracias terribles, la mayoría de las cuales nunca ocurrieron  (M. Twain)

La tendencia mental a obsesionarse con ciertos pensamientos y emociones crea tensión y ansiedad. Es una inercia que lleva a reproducir  el mismo tipo de pensamientos y quedarse atascado en ello. Es la denominada rumiación mental que está relacionada con la depresión y otros trastornos emocionales. A veces las emociones nos nublan la mente y nos atormentan el corazón y nos pueden arrastrar a actuar de forma que más tarde lamentamos.

Al practicar la meditación se cultiva una mente más alerta, abierta, que permite fluir más en el presente, aprendiendo a dejar marchar los pensamientos recurrentes. La meditación no nos libra de las emociones difíciles, pero enseña a poder observarlas y aceptarlas dejando que fluyan.

 

Patrones mentales negativos.

Darse cuenta es la llave de la transformación (F. Perls)

Muchas personas se dan cuenta de los patrones negativos que dominan su mente, (por ejemplo sentimientos y pensamientos repetitivos de perfeccionismo, pesimismo, victimismo, etc.) que provienen del pasado. Estos patrones tienen una energía que nos arrastra, seamos o no conscientes de ellos.  El resultado es que uno puede estar reaccionando a su programa doloroso interior y perderse la inmediatez de la vida y su belleza.

La meditación nos enseña a ser más conscientes y poder observar con distancia estas historias, evitando que nos dominen. Por otro lado, meditando también se pueden cultivar  estados y sentimientos positivos,  como la autocompasión, la bondad, la gratitud…cultivo que va creando una base amorosa para afrontar la vida que contrarresta la negatividad  de los patrones mentales.

 

Ilusión de separación.

Como enseña la tradición, la creencia que somos seres aislados del mundo y de los demás es la gran fuente de sufrimiento, que lleva al miedo y la inseguridad.

Esta y otras inercias mentales serían como velos que cubren la verdadera esencia, pues la agitación y la confusión oscurecen la visión de la misma.

La meditación ofrece la oportunidad de abrir la consciencia a esa realidad auténtica,  de empezar a vislumbrar una dimensión más profunda.

El cuerpo como foco de la meditación

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En la meditación de la atención plena (mindfulness) la respiración y el propio cuerpo son objeto de observación. Se hace un trabajo de relación con el cuerpo que es la fase inicial para  llegar a una nueva relación con los contenidos mentales.  Es el cuerpo quien nos indica cómo estamos y nos transmite información sobre el  mundo. Uno se hace más receptivo y sensible con la práctica.

Pero mindfulness  no puede confundirse con una técnica corporal que busca la relajación de las tensiones. Ciertas técnicas de relajación recorren el cuerpo para buscar la calma, que sería su objetivo final. Mindfulness busca la presencia,  la consciencia  ante uno mismo y también ante el mundo; la calma no sería un objetivo, aunque si es un frecuente efecto secundario.

Hay un ejercicio  básico e importante de mindfulness:  el body-scan o exploración corporal secuencial. Se trata de focalizar la atención en cada una de las partes del cuerpo, sucesivamente, habitualmente con el cuerpo tumbado boca arriba. Aparentemente es un ejercicio de relajación,  pero no se trata de aliviar las tensiones corporales  sino de  poner el cuerpo en el primer plano de la conciencia en una postura receptiva . Es una práctica básica  y un eficaz ejercicio para principiantes, ya que se trata de un intenso entrenamiento de la atención.

EL VIAJE

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Por fin un día supiste

lo que tenías que hacer, y empezaste,

aún a pesar de que las voces a tu alrededor

seguían disparando sus malos consejos

aún cuando toda la casa empezó a temblar

y sentiste los viejos grilletes en tus tobillos.

“Remienda mi vida”

gritaba cada voz

Pero tu no paraste.

Tú sabias lo que tenías que hacer,

aún cuando el viento escarbaba

con sus rígidos dedos

en los mismísimos cimientos,

aún cuando tu melancolía era terrible,

Era ya bastante tarde y una noche salvaje,

y el camino lleno de ramas rotas y piedras,

pero poco a poco, 

según ibas dejando sus voces atrás,

las estrellas empezaron a quemar 

a través de las capas de nubes,

y allí había una voz nueva

que tú despacio

reconociste como la tuya,

que te hizo compañía 

mientras dabas zancadas más y más profundas

hacia el mundo,

determinada a hacer

la única cosa que podías hacer,

determinada a salvar

la única vida que podías salvar.

    (MARY OLIVER)

El iceberg: lo transpersonal y la consciencia*

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A pesar de su significado literal, La Ciencia del Alma, generalmente asociamos la Psicología al estudio de la mente y el comportamiento.

Esto refleja el modelo científico que subyace detrás de nuestro sistema educativo que a su vez es consecuencia de la cultura en la que estamos inmersos y del nivel de consciencia mayoritario de esta sociedad.

Einstein  expresa  : «Hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro.»

En los años 60 un grupo minoritario de psicólogos en California, decepcionado con el reduccionismo al que había sometido la Psicología la comprensión del Ser Humano decidió defender la rechazada dimensión espiritual como constituyente fundamental de la psique humana. Surge así la Psicología Transpersonal y su correspondiente Psicoterapia.

¿Cómo nos relacionamos con aquellos aspectos de nosotros mismos que no son tan evidentes? Podemos rechazar las propuestas religiosas por las claras contradicciones de las instituciones  pero ¿y el mensaje que contienen? Tradiciones Sagradas, Místicas, Filosóficas, Religiosas … se reencuentran en lo que se ha dado en llamar “La Sabiduría Perenne”.

La Psicología Transpersonal estudia la experiencia trascendente, aquella en la que la sensación de identidad ( yo ) se expande más allá del individuo ( transpersonal ) y llega  abarcar aspectos de la humanidad, la vida, el psiquismo y el cosmos que anteriormente eran experimentados como ajenos.

 El ejemplo de un ICEBERG es muy gráfico para comprender todo esto. El Iceberg es como nuestra psique, sabemos que asoma una mínima parte de él (nuestra parte consciente), quedando el resto sumergido ( nuestra parte inconsciente ).

En apariencia el Iceberg está separado del Océano (nos sentimos seres diferenciados de los demás seres ), aunque en realidad las moléculas de agua son iguales a las que componen el Océano.

Cuando el Iceberg se desplaza hacia corrientes de agua más calientes una parte se derrite ( el ego se va agrietando – desarrollamos nuestra personalidad – del yo al nosotros ) y se funde con el agua ( apareciendo el sentimiento de Unidad ).

En ese momento sería imposible diferenciar la molécula del agua del Iceberg de la del Océano, ya no son dos partes diferenciadas ( dualidad ), sino un TODO indiferenciado (no dualidad ).  Aunque el Iceberg en principio parecía algo diferente al Océano, en realidad nunca lo fue, pues su esencia era la misma. Nunca estuvo separado de él, siempre fue parte del mismo con una forma individualizada.

 Cuando despertamos a esta No–Dualidad nuestra limitada percepción personal de identidad se expande y se identifica con Todo lo que le rodea, sabiéndose UNO con TODO.

Esto sería la Pura Consciencia Transpersonal, el máximo nivel de Realización.

(*inspirado en el artículo de R. Gozalvo titulado Psicología Transpersonal, publicado en Verdemente)

Educar al cachorro.

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Mindfulness es prestar atención de manera intencional al momento presente, desde una actitud de aceptación, curiosidad y no juicio.     (Jon Kabat Zinn)

La metáfora de la educación de un cachorro nos puede ayudar a entender el sentido de la meditación como un entrenamiento de la mente.

Como un cachorro juguetón, la mente tiene voluntad propia y necesita desaprender algunos hábitos.  El cachorro es inquieto y le enseñas con paciencia a sentarse tranquilo; al principio se distrae y juega sin cesar, pero no le maltratas, sino que le llevas una y otra vez al lugar correcto.

Al meditar también reconduces a tu mente errante, una y otra vez, al foco de concentración, sin juicios, sin tensión. Según vas redirigiendo a tu mente-cachorro una vez tras otra, también empezarás a darte cuenta de los temas recurrentes que distraen tu atención.

Quizá tu mente recuerda las discusiones con un familiar, o tiende a preocuparse por el dinero, o se recrea en fantasías sexuales. Cualesquiera que sean los huesos favoritos que le gusta roer a tu mente, te vas familiarizando con ellos poco a poco mientras observas como te distraen. Con el tiempo se va desarrollando un autoconocimiento y comprensión  de las inercias de la mente y cómo estas nos producen sufrimiento. Con el tiempo, si tu práctica es adecuada,  aprendes a observar desde lejos las viejas historias de siempre  que antes te arrastraban, ahora empiezan a perder su poder de perturbarte y  consigues  de este modo desarrollar mayor paz mental.

A callarse

 callarse

Ahora contaremos doce
y nos quedamos todos quietos.
Por una vez sobre la tierra
no hablemos en ningún idioma,
por un segundo detengámonos,
no movamos tanto los brazos.
Seria un minuto fragante,
sin prisa, sin locomotoras,
todos estaríamos juntos
en una inquietud instantánea.
Los pescadores del mar frío
no harían daño a las ballenas
y el trabajador de la sal
miraría sus manos rotas.
Los que preparan guerras verdes,
guerras de gas, guerras de fuego,
victorias sin sobrevivientes,
se pondrían un traje puro
y andarían con sus hermanos
por la sombra, sin hacer nada.
No se confunda lo que quiero
con la inacción definitiva:
la vida es solo lo que se hace,
no quiero nada con la muerte.
Si no pudimos ser unánimes
moviendo tanto nuestras vidas,
tal vez no hacer nada una vez,
tal vez un gran silencio pueda
interrumpir esta tristeza,
este no entendernos jamás
y amenazarnos con la muerte,
tal vez la tierra nos enseñe
cuando todo parece muerto
y luego todo estaba vivo.
Ahora contare hasta doce
y tú te callas y me voy.

                                                                                     (Pablo NERUDA)

¿Mindfulness para el dolor psíquico?

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El sufrimiento es el resultado de sentir dolor y no aceptarlo (M.Linehan)

 Las terapias basadas en mindfulness enseñan al paciente a aceptar su estado y sus contenidos mentales, dejando de usar estrategias de evitación. que no aportan alivioAclaramos que en este contexto puede parecer extraño  hablar de tomar conciencia del malestar. Esto no significa dejar de luchar o rendirse ante un estado doloroso. Al contrario mindfulness ayuda a escuchar y observar los síntomas en lugar de resistirse a ellos,  precisamente como un medio para aliviar el sufrimiento.

Se está usando la meditación de la atención plena o mindfulness  como herramienta terapéutica mejorando los resultados en las siguientes dolencias psíquicas:

-Trastornos de ansiedad, que engloban los ataques de pánico, el estrés postraumático, la ansiedad generalizada, las fobias y los transtornos obsesivos. En ellos los principales síntomas son el miedo y la ansiedad. Mindfulness ayuda a experimentar sus sensaciones de forma natural, a afrontarlas en lugar de evitarlas.

Trastornos del estado de ánimo. El más conocido es la depresión.  Mindfulness ayuda a las personas a no caer en automatismos mentales como rumiaciones, que son pensamientos negativos en círculo que se pueden alargar durante horas. Se ha comprobado que disminuir estas rumiaciones mejora el estado de ánimo y a la vez disminuye el riesgo de recaídas.

Trastorno límite de la personalidad, que se caracteriza por una alta vulnerabilidad emocional. Con el tiempo la persona aprende a evitar las emociones para protegerse. Con Mindfulness se ayuda a poner consciencia en las emociones y manejarlas, a desarrollar su identidad, a afrontar la realidad y la sensación de vacío.

Trastornos adictivos y de alimentación. Para los que sufren adicción a las drogas, al alcohol, la comida … el mindfulness se dirige a enseñar a observar el deseo de consumir,  a manejar la impulsividad y aprender el autocontrol.

Trastornos psicóticos como la esquizofrenia han tenido resultados esperanzadores con mindfulness, que propician que la persona reconozca su enfermedad y conviva de forma más armónica con los síntomas resistentes.

MINDFULNESS Y TERAPIAS PSICOLOGICAS

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Mindfulness es prestar atención a los contenidos de la mente con aceptación y sin juzgarlos.  (J.Kabat-Zinn)

Desde que en el siglo pasado se difundió en occidente la cultura oriental y la meditación, la atención plena o mindfulness ha ido extendiéndose junto a otras prácticas meditativas. Un gran difusor ha sido el monje budista Thich Nhat Hahn a través de sus libros, (El término mindfulness aparece en 1976 en su libro El milagro del mindfulness).

También Jon Kabat-Zinn ha influido mucho en su expansión desde el campo de la salud y la medicina (creó en 1979 el programa de Reducción del Estrés del Centro Médico de la Universidad de Massachusetts) y también  en su apertura a la investigación científica.

Aunque mindfulness proviene originalmente de prácticas budistas, hoy se está  divulgando ampliamente como técnica terapéutica. Esto sucede tanto en el campo de los transtornos físicos como en el de los psicológicos.

En la actualidad se está produciendo una transformación del enfoque psicoterapéutico, que se manifiesta en las denominadas terapias de tercera generación.

Las terapias que han sido objeto de mayor estudio científico durante el siglo pasado evolucionaron de este modo: las terapias de primera generación, que se basaban en propiciar el cambio de las conductas para ayudar a las personas con su malestar (la hipótesis sería: si actúas de forma diferente, te sentirás diferente); las terapias de segunda generación, añadieron el cambio de la forma de pensar para la mejora personal (hipótesis: si piensas de forma diferente, te sentirás diferente) Aquí aparecen las técnicas cognitivas de cambio de creencias irracionales y pensamientos distorsionados. Estas dos generaciones primeras asumían que las personas podían cambiar.

Hoy día se ha añadido un nuevo modelo en las terapias de tercera generación, que incorporan el concepto de aceptación. Se considera que no todo se puede cambiar en la vida y que lo más realista es enseñar al paciente a vivir con lo inevitable.

Recapitulando podemos decir que se amplía el abanico de respuestas de la persona ante una dificultad: se pueden cambiar las acciones, se pueden cambiar los pensamientos o patrones mentales y también aceptar la realidad de una forma consciente.

Las terapias más conocidas de esta tercera generación son la Terapia Cognitiva basada en la Atención Plena (MBCT), la Terapia Dialéctico-Conductual (DBT) y la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT). El mindfulness es una técnica aliada de estas  terapias,  para promover actitudes sanadoras como la paciencia, la aceptación ante la realidad cambiante y la desidentificación con los contenidos mentales.

También alguna corriente occidental como el psicoanálisis ha resaltado la importancia de aumentar el nivel de autoconciencia de la persona desde una óptica muy diferente a la tradición oriental.

En cambio la Gestalt, encuadrada en la psicología humanista,  considera fundamental el darse cuenta de lo que uno es, siente y percibe: la consciencia del presente. Muy semejante a la propuesta del mindfulness. Algunos autores como Claudio Naranjo incorporan a la terapia  las técnicas de meditación.

Mindfulness e Inteligencia Espiritual.

Mindfulness es prestar atención de manera intencional al momento presente, desde una actitud de aceptación, curiosidad y no juicio.     (Jon Kabat Zinn)

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D. Zohar propone los siguientes puntos para evaluar la inteligencia espiritual:

  • Capacidad de ser flexible
  • Alto nivel de conciencia de uno mismo
  • Capacidad de afrontar el sufrimiento y el dolor
  • Cualidad de ser inspirado por visiones o valores
  • Resistencia a causar daños innecesarios o benevolencia.
  • Percibir las relaciones entre las cosas o sentido holístico
  • Tendencia a interrogarse ¿por qué? y ¿para qué? y buscar respuestas
  • Facilidad para superar convencionalismos

Consideremos ahora como la meditación de la atención plena (mindfulness) podría facilitar la educación espiritual afectando a algunos de esos puntos, o bien a todos:

 Mindfulness significa la práctica de la consciencia y la observación lo cual conduce al autoconocimiento, que es la base del camino espiritual. Ello nos lleva a ver con más claridad nuestros límites y sombras y también conocer nuestros valores más profundos.

 Mindfulness significa atender al momento presente, ser consciente de cada momento sin pretender cambiarlo o ni cambiar al sujeto. Uno va aprendiendo a soltar juicios, pensamientos sobre el pasado y el futuro, se facilita una mente más abierta, flexible, menos reactiva. Esto se relaciona con superar los condicionamientos.

Mindfulness significa aceptación. Aceptar es lo contrario a evitar. Tendemos a evitar los pensamientos y emociones que nos causan dolor; aceptarlos implica quedarte con ellos mientras están ahí, sin huir. La práctica adecuada puede aumentar la capacidad de afrontar la adversidad y suaviza las resistencias mentales.

Mindfulness significa poner distancia respecto a los pensamientos y emociones negativas  La práctica consiste en atender  contenidos mentales molestos (por ejemplo, autocríticas) desde una conciencia separada de ellos, que los observa como simples productos de la mente. Esto permite un alejamiento de ellos (desidentificarse) , aliviando sus efectos dañinos hacia nosotros mismos y otras personas.

Mindfulness significa también practicar la amabilidad y la compasión, dirigida primero hacia nosotros mismos (autocompasión y autoaprecio), para ir extendiéndose gradualmente a los seres que nos rodean. La bondad es otro aspecto básico de la inteligencia espiritual.

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