Silencio

sunset-

Las olas mentales

le piden tanto al Silencio

pero no contesta

No da respuestas ni argumentos

Es el autor oculto de todos los pensamientos

de todas las sensaciones

de todos los momentos

 

Sólo dice una palabra

Y esa palabra es esta existencia

Ningún nombre lo roza

lo atrapa

Ningún entendimiento

puede abrazarlo

 

La mente se abalanza sobre el Silencio

pidiéndole que le deje pasar

pero ninguna mente puede penetrar

su radiante oscuridad

su pura y sonriente

Nada

 

La mente se precipita

sobre preguntas sagradas

pero el Silencio permanece

inamovible por los torbellinos

Sólo pide la nada

la Nada

 

Todo salta celebrando el misterio

pero sólo la nada entra en la fuente sagrada

la sustancia silenciosa

Sólo la nada es tocada, y se vuelve sagrada

se hace consciente de su divinidad

se hace consciente de lo que es

Sin la ayuda de ningún pensamiento

el Silencio es mi secreto:

no está oculto

no está oculto

 

(  autor: Adyashanti)

PRESENCIA (un poema)

 

water

Sonrío. Respiro Presencia.

A la orilla del arroyo

quiero desnudar la mente

al fluir de la Consciencia.

 

Te saludo mente inquieta,

sobrecarga, turbulencia…

Disonante cuerda tensa.

Bucle… Vueltas…Recurrencia.

 

Aflojando, dejo ir…

Respirando desanudo…

Bien hallada nuevamente,

te recupero, Presencia.

 

Te saludo somnolencia,

Mente inerte, desatenta.

Cuerda floja y distendida.

Dulce sopor de inconsciencia.

 

Me re-cuerdo la intención:

re-afinar el instrumento

de la música callada.

Sintonizo la Presencia

 

A la orilla del arroyo

quiero desnudar la mente

al fluir de la Consciencia.

 

Por la vereda serena

hacia el centro, hacia la Esencia.

Sonrío. Respiro Presencia.

 

( con motivo del Retiro de Más que Silencio, vivenciado el 28 de mayo de 2016, en Cerceda, Madrid)

Los monjes y la mujer hermosa (un cuento)

barcobuda

“Dos monjes, uno viejo y otro joven, paseaban fuera del monasterio, cerca de una corriente de agua que había inundado los alrededores. Una hermosa mujer se acercó a los monjes y les pidió ayuda para atravesar el aguazal.

El monje joven estaba horrorizado ante la idea de llevarla en sus brazos, pero el viejo con total naturalidad la tomó y llevó al otro lado. Después, los monjes continuaron caminando.

El joven no podía dejar de pensar en el incidente y finalmente exclamó: “¡Maestro!, usted sabe que hemos jurado abstinencia. No nos permiten tocar a una mujer así.” ¿Cómo pudo usted tomar a la hermosa mujer en brazos, dejarle poner las manos alrededor de su cuello, los pechos junto su pecho, y llevarla a través del aguazal así?”. El anciano le respondió: “¡Hijo mío, yo la solté hace mucho tiempo, tu todavía la llevas encima!”.”

Este cuento nos ayuda a entender que a veces cargamos con el pasado, con emociones de culpa o resentimiento, y lo hacemos más pesado de lo que en realidad fue. Aceptando que el incidente no forma parte de nuestro presente, podemos quitarnos un gran peso emocional de encima.

(leido en el blog, la mente es maravillosa  )

No puedes detener las olas, pero puedes aprender a surfear

  surfing

En el agua siempre hay olas, de mayor o menor intensidad. Las olas surgen en la superficie del agua porque la agitan los vientos o las corrientes marinas que vienen y van, cambiando de dirección y de fuerza tal y como lo hacen los vientos del estrés y del cambio en nuestras vidas, que forman olas en nuestra mente.

Hay personas que piensan que la meditación es una manipulación interna especial (dejar la mente en blanco) que acabará con las olas para que la superficie de la mente quede lisa, tranquila. Pero así como no podemos calmar las olas sobre la superficie del agua, tampoco podemos eliminar las olas de nuestra mente, e intentarlo creará más lucha y tensión interna en vez de calma. Tampoco significa que sea imposible conseguir la calma, lo único que ocurre es que no podemos conseguirla con intentos no realistas de eliminar la actividad natural de la mente.  En relación con esto, dice Kabat-Zinn, no puedes detener las olas, pero puedes aprender a surfear.

Gracias a la meditación nos resguardamos de los vientos que agitan la mente, y con el tiempo es posible que gran parte de las turbulencias se vayan calmando, al no alimentarlas continuamente. Aunque a la larga, los vientos de la vida y de la mente soplarán hagamos lo que hagamos, la meditación nos ayuda a ser conscientes de esto y a saber afrontarlo.

(inspirado en un artículo de Kabat-Zinn)