En el agua siempre hay olas, de mayor o menor intensidad. Las olas surgen en la superficie del agua porque la agitan los vientos o las corrientes marinas que vienen y van, cambiando de dirección y de fuerza tal y como lo hacen los vientos del estrés y del cambio en nuestras vidas, que forman olas en nuestra mente.
Hay personas que piensan que la meditación es una manipulación interna especial (dejar la mente en blanco) que acabará con las olas para que la superficie de la mente quede lisa, tranquila. Pero así como no podemos calmar las olas sobre la superficie del agua, tampoco podemos eliminar las olas de nuestra mente, e intentarlo creará más lucha y tensión interna en vez de calma. Tampoco significa que sea imposible conseguir la calma, lo único que ocurre es que no podemos conseguirla con intentos no realistas de eliminar la actividad natural de la mente. En relación con esto, dice Kabat-Zinn, no puedes detener las olas, pero puedes aprender a surfear.
Gracias a la meditación nos resguardamos de los vientos que agitan la mente, y con el tiempo es posible que gran parte de las turbulencias se vayan calmando, al no alimentarlas continuamente. Aunque a la larga, los vientos de la vida y de la mente soplarán hagamos lo que hagamos, la meditación nos ayuda a ser conscientes de esto y a saber afrontarlo.
(inspirado en un artículo de Kabat-Zinn)
Buen símil 🙂