¿Cual es la diferencia entre turista y viajero?

Cada persona tiene un estilo de viajar, que puede cambiar con el tiempo. Los paquetes de viaje organizado están enfocados para el turista y su comodidad. El viaje por libre es más propio de los viajeros. Aunque todos somos un poco turistas por comodidad, podemos ser más viajeros.

Hay unas diferencias clave  que se pueden señalar:

  1. Ropa. El turista busca ropa con estilo. El viajero busca  sobre todo comodidad en el vestir
  2. Comida. El turista come lo conocido . El viajero prueba la cocina local
  3. Relación. El turista permanece en su círculo de gente. Un viajero habla con la gente local y con otros viajeros
  4. Fotografía. El turista hace más fotos y tiene menos experiencias. Un viajero hace menos fotos y tiene más experiencias.
  5. Planificación. El turista tiene un itinerario fijo. El viajero tiene unos planes, pero es flexible
  6. Compras. Un turista compra souvenirs, a veces caros. El viajero busca curiosidades locales
  7. Rutinas. El turista visita las atracciones populares. El viajero explora las gemas ocultas.
  8. Hablar. El turista espera que hablen el idioma que conoce. El viajero intenta aprender el idioma local

Personalmente  era turista y a veces me acomodo, pero con los años me he aproximado más a ser viajero.

(inspirado en Quora Digest)

Sobre el silencio

Lo primero necesario para una vida más humana … es redescubrir el valor, o mejor, la centralidad del Silencio. «Al principio ya existía la Palabra», nos dicen muchas culturas africanas, asiáticas y europeas. Pero ninguna de ellas, que yo sepa, afirma que la Palabra sea el Principio. El Principio es el Silencio, el Vacío, el No-ser, el Abismo, la Oscuridad, o tantos otros símbolos de muchas otras tradiciones.

No es necesario decir que me refiero al Silencio del que surge al Principio la Palabra. La palabra no es el silencio, tampoco es la interpretación del silencio. La palabra tiene su autonomía; pero la palabra auténtica surge del silencio , precisamente «rompiéndolo», yendo más allá, superándolo —lo cual en el lenguaje tradicional se expresa diciendo que la Palabra es el Sacrificio del Silencio— . El Silencio no habla, no dice nada, pero deja decir, hace decir —inspira la palabra, porque mora en ella—. El Silencio no interpreta, pero, cuando somos conscientes de él, nos invita a interpretarlo. Y este es un punto basilar y difícil, mejor dicho, imposible de explicar, porque el Silencio es simple (simplex), no puede explicarse, y los pliegues son de por sí sonoros y, además, pueden ser muchos. El Silencio es Libertad, precisamente porque no-es, no es todavía nada y (por lo tanto) puede serlo todo.

Más explícitamente, quien no vive el Silencio, quien no ha tenido experiencia de él, quien no lo ha surcado existencialmente, no puede ser tolerante; será rígido y, por lo tanto, se sentirá infeliz si las cosas no van como «hubiera querido» o como «piensa» que deberían ir. Lo cual significa que la experiencia del Silencio forma parte de la base de la libertad, del pluralismo, de la tolerancia y de la felicidad. Quien vive el Silencio sabe que las cosas pueden decirse, hacerse y pensarse de muchas maneras. El Silencio no ejerce violencia en las cosas, las pone en su sitio, situs —término con el que está emparentado etimológicamente (σιγή, sigē)—.

Cuando casi todas las tradiciones recomiendan el Silencio, no nos están dando un consejo moral para que no hagamos mucho ruido y continuemos siendo humildes y no molestemos a los demás. Nos están diciendo algo más. Nos invitan a encontrarnos a nosotros mismos, para que intentemos descubrir el Silencio originario del que procedemos. La última línea de la carta de Platón (la XIII, a Dionisio, tirano de Siracusa) acaba con tres palabras: καὶ αὐτὸϚ ἴσθι (kai autos isthi, ¡y sé siempre tú mismo!).

El «noble silencio» es la virtud fundamental del monje, dice Buddha. «El monje o habla a Dios o habla de Dios», dice un aforismo cristiano —¡un Dios, sin embargo, que está en todas partes!— , «también entre los pucheros» (santa Teresa de Jesús). «El sabio es silencioso», afirma el taoísmo. El perfecto, el muni, no habla, proclama el jainismo. «Las palabras del sabio se oyen mejor en silencio (en la tranquilidad)», dice el Eclesiastés [Cohélet] (cf. Ecl 9,17), y cuando el viejo Darwin debe dar su parecer sobre un joven candidato, tras el coloquio académico de rigor, exclama: «¡Cómo queréis que dé mi opinión, si desde que ha venido a verme no ha hecho más que hablar!».

El silencio no es el resultado de la represión de la palabra; no se trata de silenciar las preguntas que nos preocupan. El Silencio es anterior, originario y originante; no es el resultado de nada. Originante de todo lo que surgirá espontáneamente de nosotros si el corazón es puro y la mente está limpia y libre de prejuicios. «Cuando vayáis a dar testimonio de mí no os preocupéis primero por lo que debáis decir —afirma la Escritura cristiana—, en caso contrario frenaríais al Espíritu» (cf. Mt 10,18-19). Todo esto practican, o a ello aspiran, los monjes. El arquetipo es este, pero no reside ahí su última palabra, como afirma el Dhammapada: «No por guardar silencio se hace uno sabio…».

Cuanto sigue no es un vademécum de espiritualidad contemporánea. Esta nueva espiritualidad (dudo si es la palabra adecuada) debemos construirla juntos, viviéndola.

Vivir el silencio en una sociedad ruidosa y agitada no es un arte fácil, pero probablemente comienza con una simplificación de la vida. Y probablemente es más necesario tener la experiencia del silencio que hablar demasiado de él. Allí donde «todo devenir calla», «queda inmóvil» (jedes Werden stand still), como afirma Rilke en uno de los primeros versos de su Das Buch vom mönschischen Leben (El libro de la vida monástica), con ecos lejanos de una Upaniṣad, que dice: «allí donde toda palabra retrocede».

De Raimon Panikar, Elogio de la sencillez

¿Qué es la espiritualidad?

spiritual

Dependiendo de las personas variaran las definiciones de espiritualidad y de experiencia espiritual. Pero todas apuntan a un atisbo de algo más profundo o más elevado, más real o significativo que nuestra vida ordinaria.

Podríamos distinguir lo espiritual de lo religioso. Espiritualidad sería la búsqueda de lo sagrado, es decir, búsqueda del sentido de la vida a través de algo que es más grande que el yo individual. Lo religioso también supone búsqueda espiritual, pero dentro de un contexto formal e institucional.

La gente escoge diferentes caminos en esta búsqueda de lo sagrado, según diferentes sistemas de creencias. Entre estos caminos están las religiones organizadas tradicionales (católica, protestante, judía, hindú, budista, musulmana, etc.), los nuevos movimientos espirituales (nueva era, yoga, ecología, etc.) o visiones más individualizadas.

Las religiones ofrecen un marco y un fondo. El marco es el ritual y la jerarquía, pero el fondo (que es la experiencia de unión con algo superior o experiencia espiritual) es más importante. El ser humano confunde el marco con el fondo y muchas veces se queda en las formas.

La nueva espiritualidad aporta marcos más flexibles, muchas personas no quieren marcos formales y rígidos, no quieren intermediarios con Dios o el Ser.

La experiencia espiritual

El estar presente en el aquí y ahora con consciencia es una actividad inherentemente espiritual. Al meditar, concentrado en la respiración o en un mantra, se pueden trascender los vaivenes del pensamiento y se sintoniza el momento presente. Ahí se producen los destellos de la dimensión espiritual.

Estas experiencias algunas personas las experimentan en su interior, como en el corazón, otros las experimentan afuera, arriba o alrededor de ellas. Parece que la dimensión espiritual existe tanto dentro como fuera de nosotros.

Según W. James las experiencias espirituales tienen cuatro características:

  • Inefabilidad: no pueden expresarse adecuadamente con palabras sino que deben experimentarse directamente.
  • Penetración: generalmente implican el descubrimiento de verdades profundas, que no pueden entenderse con la mente racional.
  • Impermanencia: duran un periodo limitado de tiempo, pero pueden repetirse y su significado puede continuar revelándose aunque las experiencias se hayan desvanecido de la memoria.
  • Pasividad: uno puede prepararse para las experiencias espirituales, pero una vez que ocurren, las recibes pasivamente, y se desarrollan en la consciencia con fuerza propia.

Uno puede relacionarse con la espiritualidad de formas muy variadas. Se puede ignorar completamente, se puede creer en ella de una u otra forma, o se puede experimentar por uno mismo esta dimensión.  Podemos decir que hay varios niveles de experiencia, desde creer en el espíritu, despertar al espíritu (o tener alguna experiencia), estar en contacto con él, hasta ser uno con el espíritu (estado de unidad que describen los místicos o maestros).

Cómo estar solo/a

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Estar solo puede dar miedo. A menudo lo evitamos. Pero nacemos y morimos solos ante el misterio. Necesitamos aprender a convivir con nosotros mismos con aceptación, sin sentirnos mal, a descubrir nuestra esencia que es la de todos los seres humanos.Por supuesto, también necesitamos aprender a convivir, a sentir la conexión con otros seres humanos. Son las dos caras de la moneda.

Tanya Davis escribió este poema, lleno de pistas para disfrutar de estar con uno mismo de forma amable y consciente. Puedes verlo  en este video de youtube o leerlo abajo traducido.

 

Si es la primera vez que estás sola, ten paciencia…Si no estás acostumbrada o ya has estado sola antes pero no te sentías bien, tendrás que esperar un poco. Al final verás que la soledad no es mala, si la aceptas y te fundes con ella.

Se puede empezar por los lugares más aptos: el cuarto de baño, el café, la biblioteca. Lugares en que es posible sentarse y leer el periódico, en que es posible obtener la dósis necesaria de cafeína, y sentarse y quedarse allí. Lugares en que es posible perderse en el laberinto de las estanterías y sentir el olor de los libros. Allí se está a salvo, pues nadie espera que hables.

También está el gimnasio. Si eres tímida puedes concentrarte en los espejos, y ponerte los auriculares. Y luego está el transporte público, porque todo el mundo tiene que ir a alguna parte…y la oración y la meditación…A nadie le va a extrañar que te apartes contigo misma buscando un poco de paz y redención.

Empieza por las cosas simples. Cosas que ya tenías de antes, cuando tu vida consistía en intentar no estar solo. La barra de la cafetería. Allí estarás rodeado de “chow-downers”. Gente que trabaja y solo dispone de una hora para comer,  mujeres que trabajan en la ciudad… gente que, por tanto, está tan sola como tú. Resiste la tentación de estar pegado al móvil mientras tanto.

Cuando le hayas pillado el gusto a tomar el almuerzo y luego irte, invítate a ti misma a cenar fuera. En un restaurante con manteles de hilo y vajilla de plata. A la gente le intriga ver a una persona sola tomándose el postre y rebañando la nata del plato con el dedo. De hecho, algunas de las personas sentadas en las mesas repletas estarían encantadas de estar en tu lugar.

Ve al cine. Allí se está tranquila y en la oscuridad. Sola en tu butaca, en medio de un montón de gente que después se irá marchando. Y luego, vete a bailar a un club donde nadie te conozca. Quédate fuera de la pista hasta que las luces te vayan convenciendo para entrar, y la música se te revele. Baila cuando nadie te vea… porque lo más probable es que nadie te esté mirando. Y si lo hacen, piensa que es con la mejor de las intenciones. Después de todo, la forma en que los cuerpos se mueven con el ritmo es algo hermoso y conmovedor. Baila hasta que estés sudando, hasta que las gotas de sudor te hagan pensar que la vida es bella, baila hasta que el sudor se deslice por tu espalda como un arroyo de bendiciones.

Ve sola al bosque; los árboles y las ardillas estarán muy atentos a tus pasos. Visita ciudades que no conoces, deambula por sus calles, allí siempre hay estatuas con las que hablar y bancos para sentarse y conocer a otra gente con la que compartir un poco de existencia, aunque sea un minuto. Esos momentos pueden ser reveladores, esas conversaciones en bancos solitarios que nunca habrían existido si tú no hubieras estado allí.

La sociedad tiene miedo de la soledad. Ya se sabe, los corazones solitarios se consumen en los sótanos,… vas a tener problemas si, después de un tiempo, nadie quiere salir contigo. Pero estar sola es ser libre, respirar más ligero y ampliamente. La soledad solo se cura estando sola.

Podrías levantarte, dejarte envolver por la masa o dejarte llevar por la mano de una pareja, veros a ambos cada vez más lejos en la busca sin fin de compañía. Pero no hay nadie en tu mente y por ahora es el momento de traducir tus pensamientos, para que no se pierda su esencia o tal vez tan solo para seguir adelante.

Puede que el interés esté en amarse a una misma, puede que todas esas frases cursis que nos acompañaron de preescolar a secundaria no fueran más que formas de mantener a raya la soledad. Porque si eres feliz contigo misma, eso significa que la soledad es tu bendición y que estar sola está bien.

Está bien que nadie piense como tú. Toda experiencia es única, nadie tiene las mismas sinapsis, nadie puede pensar como tú, no te preocupes por eso, mantén a tu alcance todas las cosas mágicas e interesantes de la vida.

Y eso no significa que no estés conectada, no quiere decir que la comunidad no esté presente, significa tan solo que tu punto de vista es el de una persona que está consigo misma, …con lo que eso conlleva. Calla y respeta el silencio. Si ejercitas un arte que requiere de práctica, no lo descuides. Si tu familia no te entiende, o no te van las sectas religiosas, no te obsesiones. Puedes estar en un momento acompañada si hace falta. Si tienes el corazón roto, sácale el mejor partido. Hay calor en el hielo, da de ello testimonio.

(Tanya Davis)