Los asuntos de la espiritualidad no pertenecen a una tradición concreta. Los investigadores de las grandes religiones han descubierto un río espiritual común que corre a través de todas ellas. Este río recibe el nombre de filosofía perenne y consta de tres principios interconectados:
- Existe una realidad más grande que subyace al mundo corriente de las cosas, las vidas y las mentes. Esta realidad recibe distintos nombres: Dios, el Ser, el Tao, la naturaleza esencial, el vacío, etc. Esta dimensión espiritual es un misterio sagrado que da significado y propósito a la vida humana.
- En cada persona existe algo similar o incluso idéntico a esa realidad más grande. Las tradiciones pueden estar en desacuerdo con la forma que puede tomar. Y se denomina de diferentes formas: alma (cristianos), chispa divina (judíos), atman (hindúes), gran mente o naturaleza de Buda (budistas), etc. Pero todos coinciden que este algo nos conecta con la realidad más grande.
- El fin supremo de la vida humana es realizar o comprender esta realidad más grande. Todas las tradiciones coinciden que todo ser humano alberga un profundo anhelo de realizar esta realidad más grande.
Se pueden tomar muchos caminos para subir a la montaña del SER, pero todos están de acuerdo con que la montaña existe, con que en cierta manera estás llamado a escalarla, y que lo que descubres en la cumbre ha existido dentro de ti mismo todo el tiempo.
Las grandes tradiciones también coinciden en que la razón del sufrimiento es la experiencia de ser un individuo separado, desconectado de la naturaleza esencial, siendo la meta última de la práctica espiritual superar toda la separación aparente y llegar a la unión con el espíritu.
¿Qué nos mantiene separados? Algunas tradiciones lo llaman ego, otras personalidad, orgullo, aferramiento, autoimagen, etc. que se manifiesta en patrones centrados en uno mismo, creencias, miedos, turbulencias emocionales, etc. A medida que uno va limpiando estos patrones se disuelve el ser limitado para unirse con la realidad más grande.
También se puede entender el viaje espiritual como una expansión de la identidad, desde lo limitado a lo vasto, hasta llegar a la realidad superior. Los sabios indios hablaban de los distintos cuerpos, niveles cada vez más sutiles de identificación, desde el cuerpo físico hasta el Ser o la realidad más grande