Psicología y espiritualidad

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En una encuesta de Gallup en 2005, se pregunto a los americanos sobre la importancia de la religión en sus vidas. El 55% tasaron la religión como muy importante, y el 28% como bastante importante. Solo el 16% dijeron que la religión no tenía importancia para ellos.  Además un 70% manifestó rezar todos los días.

Los investigadores Peterson y Seligman observaron que la espiritualidad es universal: aunque las formas varían, todas las culturas tienen el concepto de lo trascendente, sagrado o divino.

Si la creencia en lo trascendente es tan importante, resulta extraño que la investigación sobre el tema sea tan escasa hasta ahora. Una explicación es que el concepto de espiritualidad no encajaba en los moldes  de la investigación cientifíca, incluso es difícil delimitar el concepto.

Beneficios de la espiritualidad

 Se han investigado las consecuencias de tener creencias religiosas, y parece que una corriente creciente de la investigación psicológica sugiere que las personas religiosas son más felices, manejan mejor el estrés y se recuperan mejor de un trauma que las personas no religiosas. En una investigación, se concluyó que había dos motivos: las personas religiosas tienen mayor apoyo social y encuentran más sentido en situaciones de pérdida y trauma. Otro factor relacionado es el uso de la oración.

Hay estudios que demuestran que los practicantes de una religión sobreviven más tiempo y son más sanas en general. Entre los jóvenes ser religioso se asocia con un reducido consumo de tabaco, drogas y alcohol. Aunque no se sabe muy bien por qué, se supone que es más probable llevar una vida sana siendo religioso, pues los grupos religiosos fomentan estilos de vida más positivos y menos estresantes, al defender la moderación y la vida familiar armoniosa.

El hecho de que se manifiesten más felices y sobrelleven mejor las crisis se puede deber al apoyo social y a la sensación de identidad que proporciona la pertenencia a un grupo que comparte creencias religiosas además de valores sociales y políticos.

Además de eso existe la relación individual con Dios , que proporciona consuelo en los momentos difíciles, y autoestima, al sentirse un amado de forma incondicional. Es decir hay una sensación de seguridad, que otras personas no tienen.

Por otro lado, las personas religiosas tienen a encontrar sentido a los acontecimientos corrientes de la vida, así como a los traumáticos. La respuesta religiosa, que incluye rezar, replantearse el sentido de la vida y colaborar con la divinidad, puede ayudar a entender los acontecimientos dolorosos como parte de un plan divino,  a verlos como una oportunidad de crecimiento espiritual o quizá a descubrir modos mejores de manejar las cosas.

El encontrar sentido a la vida en general, nos hace fortalecer nuestra identidad y autoestima. El hecho de saber que uno tiene una finalidad trascendente da una base para justificar nuestras acciones y una sensación de control de nuestra vida.

También cabe señalar que la religiosidad  predispone a tener virtudes o  actitudes positivas relacionadas con la felicidad  como la esperanza, la gratitud, el altruísmo, el amor, la alegría, el perdón, etc.

Por último, ser religioso tiene efectos positivos en las relaciones. Ses relaciona con menos probabilidad de conflicto matrimonial y con los hijos.

Orientación religiosa y Estilos de afrontamiento

 Algunas investigaciones sugieren que los beneficios de la religión tienen más que ver con el modo de ser religioso que con el hecho en sí.

Gordon Allport hizo la distinción entre orientación religiosa extrínseca e intrínseca. Una persona orientada extrínsecamente busca la religión porque aporta seguridad y comodidad, y además puede estar motivada por la culpa o presiones externas como la familia o el ambiente social. Por contraste, una persona orientada intrínsecamente es motivada por la fe y por una búsqueda de significado en la vida. Alguna investigación sugiere que las personas de orientación intrínseca son más capaces de afrontar las situaciones estresantes, ya que tienden a encontrar significado en ellas.

Otros investigadores señalan cómo las diferencias en el estilo espiritual/religioso de resolver problemas puede afectar a la habilidad de afrontar la adversidad. Se han identificado cuatro estilos:

  • Estilo auto-afirmador: La persona confía sobre todo en sí misma para manejar cualquier problema, aunque puede creer en un poder superior.
  • Estilo postergador: la persona es más pasiva. Espera que Dios maneje la situación.
  • Estilo colaborativo: La persona se ve a sí misma trabajando conjuntamente con Dios para manejar el problema presente (A Dios rogando y con el mazo dando)
  • Estilo de rendición: la persona toma la decisión de renunciar aquellos aspectos de la situación que están más allá de su control.

El estilo colaborativo parece ser adecuado en muchas situaciones en las que el individuo tiende a sentirse con poder (con Dios de su lado) y motivado a hacer lo que puede para mejorar la situación. El estilo auto-afirmador también suele ser efectivo, pues la gente tiende a actuar mejor cuando se percibe que las situaciones son controlables.

Para situaciones incontrolables o extremas como la muerte de un ser querido o una enfermedad incurable, el estilo de rendición y el postergador son los más adaptativos. Cuando no se puede hacer nada en una situación, aceptar y rendirse aporta alivio

El lado oscuro de la religión.

 La historia de las religiones nos informa de las muchas guerras que se han producido en su nombre, del dolor y represión que han causado a los disidentes. Las instituciones religiosas han sido creadas por seres humanos imperfectos y usadas para fines seculares de poder, riqueza, etc.

También hay críticas a la religión, como la de Freud,  como provocadora de neurosis, con síntomas de culpa y represión de sexualidad.

Se dice que las personas religiosas son más cerradas y tienen más prejuicios. O que tienen creencias dogmáticas y poco realistas.

Creencias en el castigo divino y en el pecado original se asocian con peor salud física y mental, y baja autoestima.

Y está la cuestión del fundamentalismo religioso, que simplifica en exceso y dogmatiza la religión, llegando a la sumisión a un culto y hostilidad a los no creyentes.

Pero no  deben confundirnos estos aspectos negativos de la expresión religiosa, que no menoscaban  la dimensión espiritual del ser humano  o la conexión intima con el Ser o realidad más profunda.