Somos parte del Universo. Parte de un sistema solar o cuerpo solar, siendo el sol el equivalente del corazón, y los diversos planetas serían los distintos órganos vitales. Recibimos las influencias del sol y su luz se refleja en los planetas, trasmitiéndonos estos sus diferentes vibraciones.
Pero aunque los planetas influyen, no cambian la voluntad del hombre; impulsan pero no obligan, pues todos tenemos el don de la libre elección. Si bien es cierto que los planetas influyen en nuestras glándulas (envoltura física) y en nuestra actividad y vida espiritual, este poder debe ser entendido e invocado.
Ciertas posiciones de los astros a lo largo del año producen vibraciones especiales, que podemos aprovechar para una mayor consciencia, para potenciar nuestra energía y propósitos.
La luna, satélite de la tierra, está muy cerca de ella, refleja la luz del sol más potentemente sobre la tierra. Se ha comprobado que afecta a las mareas, y la mujer experimenta sus ciclos que se corresponden con las fases de la luna. Influye en la glándula pineal, la glándula de la receptividad y la sabiduría. La luna representa el inconsciente, lo femenino, las emociones y también, la sabiduría, la intuición. En la fase de luna llena la influencia sobre nuestra mente y cuerpo astral, es mayor, de modo que podemos incrementar la práctica de la consciencia en esos días.
En el momento del nacimiento hay una serie de influencias planetarias importantes para nuestro camino individual. El día de nuestro cumpleaños es importante sentarse a meditar y sintonizar con las influencias que nos ayuden en el camino. Es un gran momento de interiorización, para recordar cómo hemos vivido el último año o ciclo, como hemos avanzado o como nos hemos limitado. Es también una oportunidad de planear los proyectos del próximo ciclo, para contemplar nuestro desarrollo, nuestro destino.
Durante los solsticios se produce un tiempo energético especial, celebrado en rituales solares de la antigüedad. El cristianismo recogió la tradición pagana incorporando la festividad de San Juan y la Navidad, junto a los solsticios de verano e invierno. El solsticio de verano corresponde al día más largo en el hemisferio norte; es un momento de abundancia, de vitalidad, de purificación. El solsticio de invierno corresponde al día más corto; es un momento en que los rituales invocan el retorno de la luz y de la esperanza al mundo oscuro.
La vía meditativa.
La meditación entendida en sentido amplio tendría dos planos el horizontal y el vertical. En el horizontal el hombre se preocupa por sí mismo, y medita para encontrar soluciones a los problemas vitales, trata de calmarse, de descubrir respuestas, de decidir un plan de acción. La meditación en el plano vertical significa sintonizar con la esencia o Ser real, trascender la mente para conectar con algo más real y profundo. Se trata de combinar ambas meditaciones armónicamente en la vida diaria.
La verdadera meditación u oración contemplativa no pretende conseguir los deseos egoicos, sino que su fin es desinteresado. Cada persona debería encontrar su propio camino meditativo. Meditar sería un forma sagrada de comunicación o conexión. Podemos meditar en grupo e individualmente, y ambas formas son importantes. Al meditar en grupo se potencia su poder y sus efectos en el mundo.