¿Por qué, en general, se rehuye la soledad? Porque son muy pocos los que encuentran compañía consigo mismos. (Carlo Dossi)
Aunque el ser humano se realiza socialmente, se puede considerar la experiencia de estar solo como una vivencia natural del ser humano. Podemos intuir que para desarrollar nuestra dimensión creativa y espiritual, necesitamos un tiempo de soledad.
La palabra soledad tiene connotaciones negativas en nuestro idioma y alude a unos sentimientos negativos por la falta de compañía, o afecto. En el idioma inglés se distingue entre solitude (la soledad buscada, constructiva…) y loneliness (que se refiere al malestar emocional por no tener compañía o afecto suficiente).
Es decir que podemos hablar de una soledad elegida, intensa e enriquecedora. Algunas personas buscan y necesitan ese tiempo en soledad (por ejemplo un retiro de meditación, o el espacio creativo del artista)…
Pero hay una soledad forzada que viene de un aislamiento real, que supone una carga difícil de soportar, y que quizá se tienda a pensar que es problema de las personas mayores, pero lo cierto es que se puede experimentar en cualquier edad.
Por tanto, no es lo mismo estar solo que sentirse solo. La vivencia de soledad puede ser paradójica, a veces nos sentimos mejor estando acompañados, a veces se experimenta soledad en compañía, a veces personas con apenas relación social se sienten cómodas. Es decir, que puede reflejar una realidad objetiva o subjetiva. La soledad es una experiencia interior basada en la evaluación que hace la persona de sus relaciones, incluida la relación consigo misma. En realidad es un fenómeno complejo, una mezcla entre la subjetividad percibida y la realidad del aislamiento.
Al comenzarse a investigarse sobre este tema se comprendió que era apropiado diferenciar entre el aspecto emocional y el social. La soledad social se refiere a las personas que (incluso teniendo pareja) carecen de una red social más amplia de amigos o colegas. Esto se relaciona con el rasgo de carácter de introversión.
La soledad emocional se refiere a una persona que (incluso teniendo un circulo más o menos amplio de relaciones) carece de una relación afectiva íntima. El investigador R. Weiss consideraba que los diferentes tipos de relaciones satisfacían diferentes necesidades emocionales, y que todo el mundo necesitaría un círculo social y una relación íntima.
Quizá en nuestra cultura puede preocupar más la persona sola sin pareja, que la persona emparejada pero sin un grupo de amigos. Weiss opina que la integración social es fundamental para sentirnos seguros y en paz con el mundo. Las relaciones sociales alimentan y reafirman nuestra personalidad.
Hay otra distinción interesante: soledad de rasgo y soledad situacional. Soledad de rasgo es una característica de la personalidad, es una descripción de la persona con un carácter introvertido y además solitario. Parece que la gente solitaria tiende al alejamiento y la desconexión. La sensación subjetiva y persistente de aislamiento es algo que se está comenzando a estudiar en la psicología.
Cuando la soledad es debida a causas concretas como un cambio de residencia o una pérdida de relaciones importantes, se denomina situacional. Las personas en general, lo viven como algo pasajero y no se llegan a sentir aisladas, tomando una actitud proactiva para adaptarse a los cambios y abrirse a nuevas relaciones.
¿Estamos actualmente más conectados o más aislados?
Nunca hemos tenido tantas posibilidades de comunicación (debido a las nuevas tecnologías) y paradójicamente podemos sentirnos más aislados que nunca. Podemos aprender a usar las tecnologías sin que menoscaben nuestras interacciones sociales directas cara a cara. Podemos también aprender a vivir con tranquilidad la soledad natural del ser humano.
Nos preguntamos si internet y las redes sociales como facebook … , ayudan a mitigar la soledad. Según la investigadora Emily White, muchos solitarios crónicos no se sienten a gusto con el estilo de sociabilidad que ofrecen estos medios y les abruma conocer los contactos de otras personas, aunque otros de hecho las usan como una manera de esquivar la sensación de aislamiento.
Se puede disponer de una red social virtual y seguir sintiéndose solo. La experiencia de relacionarse por redes sociales se dice que es una sociabilidad de baja intensidad; no es lo mismo que la experiencia psicológica de relacionarse directamente en persona. Un ordenador no proporciona compañía, suministra información, inmediatez de comunicación virtual y muchas posibilidades de contactos. Pero se está comprobando que la presencia física es importante.
Por otra parte, el investigador Ken Rotenborg ha relacionado la soledad con la confianza: cuando más confianza muestra una persona, menos sola se siente, y cuanto menos confiada es, más solitaria se vuelve. Y considera que eso ocurre en todas las fases de la vida. A veces las personas han adoptado patrones de desconfianza desde niños, – por ejemplo los hijos de divorcios dolorosos-. O acontecimientos que trastocan la confianza, como sentirse traicionado por un amigo o ser despedido de un trabajo, pueden llevar a determinas personas a ser más susceptibles a aislarse por desconfianza.
Así, el buscar la soledad puede convertirse en un refugio protector. Por ello puede ser difícil salir del aislamiento en esos casos, ya que se necesitaría revisar ciertos patrones mentales y reaprender a ver a los demás personas como dignas de confianza.
Como conclusión final: Estar bien con uno mismo, debería ser natural para el ser humano tanto como estar bien social y afectivamente. Sentirse solo se puede vivir como una señal, que abre una oportunidad de crecimiento. Muchas veces el trabajo terapéutico consiste en aprender a estar a gusto con uno mismo. Otras veces es reaprender a confiar en los demás y abrirse a la vida. La dimensión espiritual y creativa del ser humano requiere de una soledad positiva.
Lectura para profundizar: La habitación vacía, de Emily White