Un programa de yoga físico es una poderosa práctica de relajación somática; a través de los diferentes tipos de movimientos y posturas de estiramiento, la musculatura esquelética se destensa y renueva su tono. Esto no solo repercute en la mejora general del cuerpo y la re-educación postural, sino que también influye positivamente en el estado nervioso y en la experiencia subjetiva de la vida.
Relajar el cuerpo es relajar la mente. La práctica de yoga físico hace aumentar la consciencia corporal, capacidad necesaria para equilibrar el tono nervioso y con ello manejar positivamente las circunstancias estresantes. El aumento de la consciencia corporal es un primer reencuentro con nuestro estado subjetivo. Nuestras tensiones y contracturas muestran una forma de relación con el cuerpo y con el entorno, la forma y la cualidad del movimiento es una manifestación de un estado interno y la relación con las sensaciones agradables y desagradables muestra una tendencia que se repetirá en todo lo que nos acontece. Si se cultiva conscientemente la cualidad de apertura hacia todo tipo de sensaciones, neutralizando las resistencias que se forman por apego y aversión, se estará educando activamente una forma de relación con la vida, fluida y feliz.
La evolución en la práctica de yoga no lo marca la posibilidad de hacer posturas cada vez más complejas, sino la capacidad de concentrar el flujo de la atención en las sensaciones corporales y respiratorias. Esta capacidad conlleva permanecer en un estado de atención plena en el cual los pensamientos y emociones forman parte de la experiencia, sin por ello ser el centro o causar una fijación de la atención en ellos. No hay una identificación con el drama personal, por el contrario, los pensamientos y sentimientos se observan como eventos transitorios en la mente, sin dar por sentado una realidad implícita y sin reaccionar por ende, con el patrón habitual que suscitan.
Se puede hablar de un doble proceso de aprendizaje, uno horizontal y otro vertical. En el proceso horizontal se aprenden posturas, la correcta ejecución y las formas de respiración en cada una de ellas. En este proceso es esencial el cuidado anatómico de cada movimiento y posición. En el proceso vertical se evoluciona hacia una experiencia más rica y profunda de la práctica, a través de un aumento de la atención, la sensibilidad y el interés, la práctica se transforma en un medio hábil para crear un estado de introspección profunda. Este proceso está caracterizado por la repetición de las posturas en un estado de atención plena, en este estado es posible la emergencia de características significativas y transformadoras para el individuo.
(texto original de Dhammasati)