Mindfulness es una capacidad natural que ya existe en nosotros, que puede estar dormida, pero que podemos desarrollar, empezando por breves momentos de atención para llegar a una atención sostenida más fluida. La práctica no consiste solo en el aspecto formal de un tiempo diario de quietud y silencio –aún siendo esto básico-, sino que pretende además llevar la consciencia gradualmente a otras actividades de la vida cotidiana, como es el hecho de alimentarse.
Comer atentos significa, de entrada, poner presencia en el acto de comer, en las sensaciones de gusto, aspecto y olor de los alimentos. Darse tiempo para masticar y disfrutar del hecho de alimentarse.
Además se cultivan dos habilidades esenciales: primera, dirigir la atención a la sensación de hambre, para indagar su causa y cómo satisfacerla. A veces nos confunden estados emocionales como la ansiedad, induciéndonos a comer sin hambre. Y segunda, darse cuenta del grado óptimo de satisfacción. Muchas personas no saben decidir cuándo el cuerpo está satisfecho, solo reconocen las señales de “incómodo-hambre” e “incómodo-atiborrado”; cuando comen se saltan la señal más sutil de satisfecho.
Otro aspecto importante es ser cada vez más conscientes de los hábitos alimentarios que desarrollamos a lo largo de la vida. Es decir de nuestros condicionamientos. A veces estos son inofensivos, pero otras veces traen consecuencias dañinas. Por ejemplo podemos tener el patrón de acabar siempre toda la comida del plato, y ello podría llegar a ser un problema.
Podemos sospechar hábitos problemáticos cuando se siente angustia o rabia al comer, cuando hay un deseo abrumador de cierto tipo de alimento, o cuando usamos la comida para tapar emociones dolorosas como la culpa, la rabia o la tristeza.
La clave para trabajar los condicionamientos es tener el coraje de superar la comodidad de vivir en piloto automático. Rompemos con los viejos hábitos siendo conscientes de ellos y dejando de reaccionar compulsivamente. Cuando hacemos un espacio entre el impulso y la acción que lo sigue, empezamos a salir de la prisión del automatismo.
Por otro lado quizá necesitemos aprender a observar y manejar nuestros antojos de alimentos con sal, azúcar o grasas, cuyo suministro ilimitado en nuestra vida actual causa problemas por estar relacionados con el sobrepeso y muchas enfermedades. Podemos observar cómo afectan a nuestro estado de ánimo, podemos comerlos con mayor atención y podemos sustituirlos conscientemente por alimentos más sanos, y que causen el mínimo perjuicio.
(inspirado en Comer atentos, de J. Chozen Bays)