¿Cómo serían los primeros pasos en la meditación mindfulness?

INTIMIDAD

Se trata de crear una buena motivación, informarse adecuadamente, buscar un curso de iniciación y un instructor de confianza, etc. A muchas personas les ayuda un trabajo corporal como el yoga, el tai-chi, etc. como preparación para llegar a la práctica formal en quietud.

Podríamos sugerir que lo primero es empezar la práctica gradualmente, si es posible sin prisas, y sin pretensiones; si te descubres impaciente y con ganas de ver resultados, no pasa nada, es normal, se comprensivo contigo mismo: estás aprendiendo a parar y soltar.

Las prácticas que se  proponen inicialmente consisten en prestar atención a nuestras percepciones en el aquí y el ahora. Empezamos entrenando nuestra atención, usando un objeto de referencia que habitualmente va a ser la respiración, o bien los sonidos, las sensaciones corporales, etc. Nos damos cuenta de cómo nuestra mente tiende a vagar, a saltar de un tema a otro (recuerdos, juicios, preocupaciones, etc.). La instrucción básica es simplemente observar estos automatismos mentales cuando surgen y volver una y otra vez al objeto de atención, que es frecuentemente la respiración.

Este entrenamiento de la atención en un objeto es un proceso  que implica un tiempo.  Poco a poco iremos incorporando a la práctica una consciencia más global y receptiva, en la que se observan todas las sensaciones físicas, percepciones y contenidos mentales, pensamientos, sentimientos, etc.. Se va desarrollando un autoconocimiento o visión más clara.

La Práctica tendría un componente mental más  evidente que es la atención sostenida –o concentración– y además un componente afectivo, que es una actitud de paciencia amable (volver una y otra vez), de aceptación sin juicios de lo que ocurre en la mente… Podríamos llamar a este componente Consciencia compasiva:  nos observamos y practicamos con paciencia, ACEPTACIÓN, cariño, evitando la autocrítica…  Por eso algunos maestros usan la metáfora de  entrenar al cachorro; el cachorro  es inocente y  juguetón, se distrae una y otra vez, (como la mente que salta de una cosa a otra) pero uno vuelve una y otra vez a su educación. Como una madre amorosa que trata de enseñar a un niño a caminar por una senda, cuando el niño se desvía no le castiga, sino que dulcemente, y con constancia,  le vuelve a llevar al camino.

Resumiendo tenemos tres componentes de la práctica que se complementan y potencian unos a otros:  La concentración, la consciencia receptiva o atención plena -mindfulness-, y la compasión o consciencia compasiva. Si usamos la metáfora de la luz, la atención sostenida o concentración sería como el haz de luz de un foco o linterna que ilumina solo un objeto. La luz indirecta ambiental que ilumina todo el espacio alrededor sería como la consciencia receptiva que atiende a todas las sensaciones y contenidos mentales. Y si esa luz es cálida y suave sería como la compasión.

MEDITAR significa entrar en un proceso a largo plazo, en  un entrenamiento gradual de la atención,  en el que simultáneamente se va realizando un cultivo de nuevas actitudes mentales como la aceptación, la observación sin juicios, la paciencia amable, el no aferrarse a los pensamientos,…  Necesitamos incorporar estas actitudes con paciencia y humildad,  pues lo que suele predominar son resistencias, juicios, comparaciones, apegos,  viejos patrones mentales , emociones reprimidas, etc.

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