Lo que se necesita para cambiar una persona es variar la consciencia de sí misma. (A.Maslow)
Hay dos caminos que pretenden armonizar la personalidad, a través del autoconocimiento y la consciencia: la liberación y la terapia o cura psicológica.
La liberación hace referencia a un horizonte, a lo trascendente. Es un proceso donde se accede al sentido o significado profundo de uno mismo.
La terapia es un proceso que se asocia con un estado de malestar específico que se quiere aliviar.
La meditación ha estado desde siempre asociada a un camino de realización y evolución espiritual. Lo novedoso es que, hoy día en occidente, también se está adaptando su uso como herramienta terapéutica.
Se ha producido un cambio en el enfoque terapéutico al incorporarse el uso de mindfulness. Está habiendo un diálogo entre la psicología y la espiritualidad, una integración del desarrollo de la consciencia en la práctica terapéutica.
En la relación terapéutica es básica la interacción personal de terapeuta y cliente; en cambio la experiencia meditativa es una práctica de interiorización, incluso aunque se practique en grupo apenas hay interacción con otros, pero si que hay interacción con las propias vivencias subjetivas. Ambos métodos coinciden en proponer una actitud de no juicio y aceptación.
El papel del terapeuta al relacionarse con su cliente como un observador empático y compasivo de sus vivencias, es considerado como elemento decisivo del proceso terapéutico, más incluso que el tipo de terapia que use.
La terapia tradicional daba más importancia a los contenidos mentales y al cambio oportuno de los mismos. En los nuevos enfoques con mindfulness se enfatiza la relación la persona con su propia experiencia interna, (emociones, pensamientos, etc). Se cree que la práctica meditativa alivia al fomentar pautas sanadoras como la desidentificación con los contenidos de la mente, la confianza a nivel experiencial, la observación compasiva y aceptación de las vivencias.
Recordemos que ambas, la psicoterapia y la meditación, comparten el objetivo de aliviar el sufrimiento humano. Aunque la terapia se pueda limitar a solventar un estado puntual en la vida del cliente, la meditación puede complementarla, ya que indica un sendero más allá: hacia la trascendencia.
Señalemos que en Occidente la psicología transpersonal ha venido reclamando el estudio de los niveles superiores del desarrollo humano descuidados por otras corrientes psicológicas y que el concepto de autorrealización creado por los psicólogos humanistas puede ser fácilmente asumido desde el enfoque de la tradición meditativa.
Buddha, ya hace 27 siglos pretendía erradicar todo sufrimiento, ¿hay algo más terapeutico que eso?
La meditación como experiencia intima en relación consigo mismo y en búsq.ueda del fortalecimiento interior y la elevación de la conciencia, se complementa con el abordaje terapéutico y trasciende de manera efectiva en la sanación y por lo tanto en el optimizar el aquí y el ahora